30.11.10

Predica en Video: Como vencer el miedo

Jos 1:9 Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

La Biblia emplea numerosos términos para referirse al temor. Los más comunes son los siguientes:

a. El temor santo

Proviene de la conciencia que del Dios vivo tiene el creyente. Según Lutero, el hombre natural no puede temer a Dios perfectamente; según Rudolf Otto, es “completamente incapaz de temblar (grauen) o sentir horror en el sentido real de la palabra”. El temor santo, por otra parte, proviene de Dios y capacita al hombre para reverenciar su autoridad, obedecer sus mandamientos, odiar y evitar toda forma de maldad (Jer. 32.40; cf.cf. confer (lat.), compárese Gn. 22.12; He. 5.7). Además, es el comienzo (o principio regulador) de la sabiduría (Sal. 111.10); el secreto de la rectitud (Pr. 8.13); una de las características de las personas en las que Dios se deleita (Sal. 147.11), y el deber total del hombre (Ec. 12.13). Es, también, una de las cualidades divinas del Mesías (Is. 11.2–3).

En el ATAT Antiguo Testamento, en gran parte debido a las sanciones legales de la ley, a menudo se considera que la verdadera religión es sinónimo del temor de Dios (cf.cf. confer (lat.), compárese Jer. 2.19; Sal. 34.11, vss.vss. versión, versiones de Moffatt), y aun en la época del NTNT Nuevo Testamento se utilizaba la expresión “andar en el temor del Señor” en relación con los cristianos primitivos. A los adherentes gentiles de la sinagoga se los llamaba “temerosos de Dios” (Hch. 10.2, etc.; cf.cf. confer (lat.), compárese Fil. 2.12).

En el NTNT Nuevo Testamento, sin embargo, generalmente se recalca el concepto de un Dios amante y perdonador, que por medio de Cristo otorga a los hombres un espíritu filial (Ro. 8.15), y les permite encarar la vida (2 Ti. 1.6–7) y la muerte (He. 2.15) sin temor. No obstante, siempre queda un temor reverente, porque no ha cambiado la grandiosidad de Dios y llegará el día en que seremos juzgados (2 Co. 5.10s). El temor de Dios estimula al creyente a buscar la santidad (2 Co. 7.1), y se refleja en su actitud hacia sus hermanos en la fe (Ef. 5.21).

b. Temor servil

Es, estrictamente, consecuencia natural del pecado (Gn. 3.10; Pr. 28.1), y puede venir como castigo (Dt. 28.28). Félix lo sintió cuando oyó predicar a Pablo (Hch. 24.25), y lo sienten los que rechazan a Cristo, para quienes sólo hay “un temeroso juicio” (He. 10.27, °nc°nc E. Nácar Fuster, A. Colunga, Sagrada Biblia, 5ª eds. 1953, 31; cf.cf. confer (lat.), compárese Ap. 21.8). Aunque en sí no es bueno, a menudo el Espíritu se sirve de este temor para la conversión de los hombres (Hch. 16.29ss, etc.).

c. El temor a los hombres

Puede expresarse como: (i) pavor reverencial y una consideración especial hacia otros hombres, en cuanto amos y magistrados (1 P. 2.18; Ro. 13.7); (ii) horror ciego de ellos y de lo que puedan hacer (Nm. 14.9; Is. 8.12; Pr. 29.25); y (iii) en un sentido muy peculiar preocupación cristiana por ellos, ante la posibilidad de que sean arruinados por el pecado (1 Co. 2.3; 2 Co. 11.3; Col. 2.1). Es posible librarse de este tipo de temor, al igual que del temor servil mencionado en (b), por medio del verdadero amor a Dios (1 Jn. 4.18).

d. El “temor” como objeto del temor

Se utiliza el vocablo temor en otro sentido, como en Gn. 31.42, 53, pasaje en el que se llama a Dios “temor de *Isaac”, e. d.e. d. es decir el Dios a quien temía y adoraba Isaac. Su “temor”, aquello que los aterrorizaba, recae sobre los malvados (Pr. 1.26–27; 10.24; cf.cf. confer (lat.), compárese Is. 66.4). Cuando los hebreos entraron en la tierra prometida, Dios envió su temor delante de ellos, destruyendo y esparciendo a los cananeos, o impresionándolos de tal manera con su temor que su espíritu se desvanecía y se volvían incapaces de resistir al invasor (Ex. 23.27–28). El temor en este sentido también se encuentra en Job 4.6 (cf.cf. confer (lat.), compárese 9.34; 13.21): “¿No es tu temor a Dios tu confianza? ¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos?”

Predica en Audio: No hay condiciones perfectas

Mat 19:26 Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible. Mar 9:23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.

El padre del joven sufriente mostró la falta de poder de los discípulos; pero Cristo hace que atribuya su desilusión a la falta de fe. Mucho se promete si creemos. Si tú no puedes creer, es posible que tu duro corazón sea ablandado, curadas tus enfermedades espirituales, y débil como eres, puedes resistir hasta el fin.

Los que se quejan de incredulidad, deben mirar a Cristo pidiendo gracia que les ayuda contra eso, y su gracia será suficiente para ellos. A quién Cristo sana, lo cura eficazmente. Pero Satanás no quiere ser expulsado de quienes han sido sus esclavos por mucho tiempo, y cuando no puede engañar o destruir al pecador, le causa todo el terror que puede. Los discípulos no deben pensar que siempre harán su obra con la misma facilidad; algunos servicios exigen algo más que dolores corrientes.


El evangelio es la riqueza más grande en todo lugar donde esté. Por tanto, así como el justo rechazo de los judíos incrédulos fue la ocasión para que una multitud tan inmensa de gentiles se reconciliara con Dios, y tuviera paz con Él, la futura recepción de los judíos en la Iglesia significará un cambio tal que se parecerá a la resurrección general de los muertos en pecado a una vida de justicia.
Abraham era la raíz de la Iglesia. Los judíos eran ramas de este árbol hasta que, como nación, rechazaron al Mesías; después de eso, su relación con Abraham y Dios fue cortada. Los gentiles fueron injertados en este árbol en lugar de ellos, siendo admitidos en la Iglesia de Dios. Hubo multitudes hechas herederos de la fe, de la santidad y de la bendición de Abraham. El estado natural de cada uno de nosotros es ser silvestre por naturaleza. La conversión es como el injerto de las ramas silvestres en el buen olivo. El olivo silvestre se solía injertar en el fructífero cuando éste empezaba a decaer, entonces no sólo llevó fruto, sino hizo revivir y florecer al olivo decadente. Los gentiles, de pura gracia, fueron injertados para compartir las ventajas. Por tanto, debían cuidarse de confiar en sí mismos y de toda clase de orgullo y ambición; no fuera a ser que teniendo sólo una fe muerta y una profesión de fe vacía, se volvieran contra Dios y abandonaran sus privilegios. Si permanecemos es absolutamente por la fe; somos culpables e incapaces en nosotros mismos y tenemos que ser humildes, estar alertas, temer engañarnos con el yo, o de ser vencido por la tentación. No sólo tenemos que ser primero justificados por fe, pero debemos mantenernos hasta el final en el estado justificado sólo por fe, aunque por una fe que no está sola sino que obra por amor a Dios y el hombre.

26.11.10

Predica en Audio: Ropas nuevas

Apoc. 3:5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.






Esperamos ser de Bendición para sus vidas, Familias é Iglesias., Amén. Sierva de Dios:
Elizabeth Hernández L.
Pastora - Conferencista


Los cristianos fieles merecen nuestra atención y respeto; debemos notar al justo. Los que obtendrán conocimiento no deben avergonzarse al procurar instrucción de quien la pueda dar. El camino al cielo pasa por muchas tribulaciones, pero la tribulación, por grande que sea, no nos separará del amor de Dios. La tribulación hace que el cielo sea más bienvenido y más glorioso. No es la sangre de los mártires, sino la sangre del Cordero la que puede lavar el pecado, esta es la única sangre que emblanquece y limpia las ropas de los santos.
Ellos son felices en su empleo; el cielo es un estado de servicio pero sin sufrimiento; es un estado de reposo aunque no de pereza; es un reposo que alaba y deleita. Ellos han tenido penas y han derramado muchas lágrimas por el pecado y la aflicción, pero el mismo Dios, con su mano de gracia, enjugará todas esas lágrimas. Los trata como padre tierno. Esto debe sostener al cristiano bajo todas sus aflicciones. Como todos los redimidos deben por completo su dicha a la misericordia soberana, así la obra y la adoración de Dios su Salvador es su elemento; su presencia y favor completan la dicha de ellos, ni pueden concebir otro gozo. Que a Él acuda todo su pueblo; que de Él reciban toda la gracia que necesitan; y que a Él ofrezcan toda la alabanza y la gloria.